Asesinatos en la abadia -3-

Lo recojo todo mientras los disparos silvan a mi alrededor, se que John está en el aparcamiento, pero no logro localizarlo. Intento moverme agazapada hacia el interior del hospital, si los inútiles de seguridada hubieran salido ya quizás esto no se hubiera puesto tan feo.

Una vez en el linde de los coches corro hacia en interior y busco algún pelele de seguridad. Estan todos cerca de urgencias y no se habian enterado, salen todos en tropel hacia el aparcamiento, por fin…

Al llegar a recepción me doy cuenta que esta desierta, no veo por ningún lado a Anne y me extraña bastante ya que ha pasado media hora larga. Me decido y empiezo a subir las escaleras, suerte que he pasado por el coche a cojer mi equipo y llevo un candil de la excabación, cuando quedo con John nunca se lo que voy a necessitar.

Voy subiendo poco a poco por las escaleras, es un hospital antiguo, bastante lúgubre sin luz. Al llegar al piso superior hay un plano de la planta y por suerte hay letreros en todas las salas, así que sólo tengo que encontrar el vestuario femenino. Abanzo paso a paso y parece que todo está desierto por aquí, finalmente llego a la puerta con el cartel de vestuario femenino, parece que la puerta está cerrada por dentro.

Asesinatos en la abadia -2-

Al llegar al aparcamiento del hospital nos damos cuenta que hay una cantidad de coches algo inusual y más a estas horas, el aparcamiento está casi lleno. Parece que en el hospital tienen alguna falta de suministro eléctrico por la ventisca, hay zonas sin luz.

John se dirije hacia recepción para preguntar por Anne. Vuelve y nos dirigimos hacia urgencias que es donde le han dicho que está. Al entrar en la sala, todo es un auténtico caos, esta claro que hay algún brote de gripe o algo así, esto no me creo que sea muy normal.

Entramos en la sala y me sorprende que nadie nos corte el paso, supongo que al ser un hospital de pueblo no hay tanta seguridad como en los de las capitales, porque hemos podido entrar sin ningún problema. No comento nada, no sea que se vayan a ofender.

John ve a Anne y es el siempre incómodo momento de las presentaciones. Creo que al paciente que estaba atendiendo a muerto, ya que tiene la mirada fija en el techo y parece no respirar, es un hombre de mediana edad sin nada remarcable, supongo que su familia no pensará lo mismo, pero la vida es injusta que le vamos ha hacer. En ese momento llega una doctora que comenta a con Anne la procedencia del paciente para que lo anote en el informe, se ve que trabajaba en unas obras de restauración de la cercana abadia, pero una herida de bala no es una lesión muy usual en una obra… Algo me da mala espina.

Nos vamos hacia recepción para que Anne se pueda ir a cambiar, ya que lleva toda la bata ensangrentada, prefiero el polvo de las excavaciones mil veces. Mientras esperamos John me comenta que tiene una corazonada en lo referente al coche que nos ha adelantado muy alocadamente, y ahora que ya no nieva quiere salir a ver si está en el recinto mientras que baja Anne, ya que puede tardar unos veinte minutos en ducharse.

Le digo que ya me quedo yo esperando, no me importa, pero al rato ¡escucho un disparo en el exterior! Salgo corriendo y lo único que puedo distinguir en la noche es una silueta entre los coches. Me acerco siguilosamente, parece que es de un hombre grande, pero no distingo si es John ¡mierda! Los pasos en la nieve, aunque sigilosos me delatan y la gran sombra desaparece entre los coches. Joder, joder, joder… más disparos, esto se empieza a poner feo.

De un salto me escondo encogida entre los coches y busco intuitivamente mis kukris ¡Maldita sea! Estan entre mi equipaje y allí es donde dejé todas mis armas, no creí que las iba a necesitar en un hospital. Poco a poco, me muevo en direccion al coche.

En cuclillas  me voy acercando, una vez en frente del maletero ¡mierda! Más problemas: no tengo llaves. Busco entre los bolsillos algún elemento que me pueda servir, suena a tópico pero por suerte fuerzo la cerradura fácilmente con una horquilla, el trabajo de campo te da todo tipo de aptitudes. ¡Por fin consigo mi equipo!

Asesinatos en la abadia -1-

Ha sido una viaje duro. El trayecto desde Guatemala no es el mejor que recuerdo, pero supongo que vivir ocho meses en la selva no te hacen ser quisquillosa por dos o tres turbulencias. La anciana que estaba a mi lado no debe pensar lo mismo, ya que durante todo el viaje, no ha dejado ni un momento de agarrar con fuerza el rosario entrelazado en sus dedos. La cantinela de no se que cantidad de ave marias, tampoco parecia tranquilizarla mucho.

Hace unas semanas recibí una carta de John pidiéndome ayuda. No podia negarme, sobretodo después de lo que pasó en nuestro último encuentro. Creo que si me escribe una carta como la que me habia escrito, es que está metido en algo gordo, algo gordo de verdad.

Al bajar del avión ya me estaba esperando, me ayuda con las maletas y nos dirigimos a su choche. La ventisca parece que nos va a dificulatar bastante el viaje hasta el pueblo. Durante el trayecto nos ponemos al dia sobre nuestras vidas, él me sorprende con que por fin tiene una relación mas o menos estable, hace un tiempo que sale con una enfermera del pueblo llamada Anne. Supongo que esta relación se la está tomando un poco mas en serio, aunque en su defensa, siempre ha estado con chicas extrañas y no me extrana que ninguna funcionara, no es fácil soportar el tipo de vida de John.

Me habla de su carta y sobre los asesinatos que estan ocurriendo en la abadia. No tiene mucha información supongo que mañana nos tocará investigar mas a fondo sobre el terreno. Lo que no acabo de entender es porque me necesita, supongo que hay algo que no me ha explicado todavia.

Transcurre el tiempo y la noche va cayendo sobre los campos, no recordaba lo apacible que era la nieve, me relaja.

De pronto, John da un volantazo, por poco nos vamos a la cuneta y nos adelanta a toda velocidad un coche con cuatro hombres en su interior. Me parece que todos son muy grandes y con cortes de pelo muy corto, estilo militar. Maldita sea, sólo he podido ver sus nucas, lástima, si me los encontrara algun día les diria cuatro cosas a estos locos de la carretera.

Por suerte no tardamos en llegar al Hospital provincial, que es donde trabaja Anne, a ver si nos vamos ya a casa de John. Sólo tengo ganas de cambiarme y sobretodo de un buen baño.